So así
conseguiría percibir las señales. Esto exigía mucha paciencia, pero esta es la
primera virtud que un pastor aprende todo es una sola cosa había dicho el
viejo.
El
mercader de cristales vio nacer el día y sintió la misma angustia que
experimentaba todas las mañanas. Llevaba casi treinta años en aquel mismo
lugar, una tienda en lo alto de una ladera, donde raramente pasaba un
comprador.
Hubo
un tiempo en que mucha gente conocía su tienda: mercaderes árabes, geólogos
franceses e ingleses, soldado alemanes, siempre con dinero en el bolsillo.
Pero
después el tiempo fue pasando y la ciudad también cuenta creció más que Tánger.
Y el comerció cambio de rumbo los vecinos se mudaron, y en la ladera quedaron
muy pocas tiendas y nadie iba a subir una ladera para ver unas pocas tiendas.
Había
un cartel en la puerta diciendo que allí se hablaban varia leguas. El muchacho vio
un hombre apresarse el mostrador.
A
cabio usted me paga un plato de comida el hombre continua en silencio y el
chico sintió que tenía que tomar una decisión dentro de su alforja tenia la
chaqueta que no iba a necesitar más en el desierto.
Cuando
había acabado de limpiar todo. Pidió al hombre un plato de comida.
Vamos
a comer le dijo el mercader de cristales
puso un cartel en la puerta y fueron un minúsculo bar. Situado en lo
alto de la ladera no era necesario limpiar nada dijo. la ley del Corán obliga hadar de comer aquí tiene
hambre.
Entonces
porque me dejo hacer esto? Pregunto el muchacho.
Degustaría
que trabajaras en mi tienda dos clientes mientras limpiaba los jarros, y esto
es buena señal.
Las
personas hablan mucho de señales pensó el pasto, pero no se dan cuenta de lo
que están diciendo.
¿Quieres
trabajar para mi insistió el mercader?
Puedo
trabajar el resto del si respondió el muchacho limpiare hasta la madrugada
todos los cristales de la tienda a
cambio, necesito para estar mañana en Egipto hubo un momento de silencio un
grande que la cuida parase haberse dormido. Ya no existían los bazares, las
discusiones de los mercaderes los hombres que subía a los laminares y
Cantaba, las bellas espadas con sus
puños de piedras incrustadas.
Ya
se habían terminado la esperanza y la ventura, los viejos reyes y las leyendas
personales, el tesoro y las pirámides. Era como si todo el mundo permaneciese
inmóvil, por que el alma del muchacho estaba en silencio.
El
mercader miro al muchacho, asustado. Era como si toda la alegría que había visto en el aquella mañana hubiese
desaparecido de repente.
El muchacho
continúo en silencio, después se levanto, se arreglo la ropa y cogió l alforja.
Trabajare
con usted dijo.
Y
después de oro largo silencio añadió:
Necesito
dinero para comprar algunas ovejas.
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