martes, 20 de noviembre de 2012

SEXTO REPORTE DE LECTURA DEL SEGUNDO PARCIAL


So así conseguiría percibir las señales. Esto exigía mucha paciencia, pero esta es la primera virtud que un pastor aprende todo es una sola cosa había dicho el viejo.

El mercader de cristales vio nacer el día y sintió la misma angustia que experimentaba todas las mañanas. Llevaba casi treinta años en aquel mismo lugar, una tienda en lo alto de una ladera, donde raramente pasaba un comprador.

Hubo un tiempo en que mucha gente conocía su tienda: mercaderes árabes, geólogos franceses e ingleses, soldado alemanes, siempre con dinero en el bolsillo.

Pero después el tiempo fue pasando y la ciudad también cuenta creció más que Tánger. Y el comerció cambio de rumbo los vecinos se mudaron, y en la ladera quedaron muy pocas tiendas y nadie iba a subir una ladera para ver unas pocas tiendas.

Había un cartel en la puerta diciendo que allí se hablaban varia leguas. El muchacho vio un hombre apresarse el mostrador.

A cabio usted me paga un plato de comida el hombre continua en silencio y el chico sintió que tenía que tomar una decisión dentro de su alforja tenia la chaqueta que no iba a necesitar más en el desierto.

Cuando había acabado de limpiar todo. Pidió al hombre un plato de comida.

Vamos a comer le dijo el mercader de cristales  puso un cartel en la puerta y fueron un minúsculo bar. Situado en lo alto de la ladera no era necesario limpiar nada dijo. la ley  del Corán obliga hadar de comer aquí tiene hambre.

Entonces porque me dejo hacer esto? Pregunto el muchacho.

Degustaría que trabajaras en mi tienda dos clientes mientras limpiaba los jarros, y esto es buena señal.

Las personas hablan mucho de señales pensó el pasto, pero no se dan cuenta de lo que están diciendo.

¿Quieres trabajar para mi insistió el mercader?

Puedo trabajar el resto del si respondió el muchacho limpiare hasta la madrugada todos los cristales de la tienda   a cambio, necesito para estar mañana en Egipto hubo un momento de silencio un grande que la cuida parase haberse dormido. Ya no existían los bazares, las discusiones de los mercaderes los hombres que subía a los laminares y Cantaba,  las bellas espadas con sus puños de piedras incrustadas.

Ya se habían terminado la esperanza y la ventura, los viejos reyes y las leyendas personales, el tesoro y las pirámides. Era como si todo el mundo permaneciese inmóvil, por que el alma del muchacho estaba en silencio.

El mercader miro al muchacho, asustado. Era como si toda la alegría que había  visto en el aquella mañana hubiese desaparecido de repente.

El muchacho continúo en silencio, después se levanto, se arreglo la ropa y cogió l alforja.

Trabajare con usted dijo.

Y después de oro largo silencio añadió:

Necesito dinero para comprar algunas ovejas.

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