martes, 27 de noviembre de 2012

DIARIO 15 DEL SEGUNDO PARCIAL



LOS MITOS POLÍTICOS
DE LA NACIÓN MEXICANA:
EL LIBERALISMO Y LA REVOLUCIÓN

LA VIDA PÚBLICA MEXICANA ENTRE 1867-1910 y de 1940 a la fecha
ha estado dominada por dos mitos políticos unificantes: el
del liberalismo y el de la continua revolución. En la representación
oficial los proyectos liberal y revolucionario están
íntegramente vinculados, formando una continuidad en el
proceso político. Es más, tanto el liberalismo como la Revolución
han sido equiparados con el emergente destino de
la nación misma.La primera época de consenso ideológico comenzó conel triunfo de la causa liberal en 1867. La derrota de Maximiliano,del partido conservador y del ejército francés en manosde Benito Juárez reivindicó la Constitución de 1857, lasleyes de reforma y el gobierno republicano. Con el triunfodel liberalismo, en palabras de Juárez, la nación había ganado su segunda independencia. El presidente Juárez marcó la disposición de la política
conciliatoria con las propuestas que llevaron a la amplia ley
de amnistía de 1870. La reconciliación de las facciones dentro del partido
liberal resultó más difícil, y no comenzó hasta la victoria de
Porfirio Díaz en 1876, quien primero indultó y luego acogió
abiertamente a los partidarios de sus tres principales
oponentes, Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y José
María Iglesias. Este proceso alcanzó su clímax el 28 de julio
de 1887.  La reconciliación política se llevó a cabo en un ambiente
intelectual nuevo y amable, influido por la filosofía positivista.
Aunque a partir de 1867 todos aquellos con ambiciones
intelectuales debían necesariamente ser “liberales”, el
liberalismo como conjunto de ideas políticas se transformó
al interactuar con el positivismo. La segunda época de consenso ideológico se dio en los
cuarenta, con la “institucionalización” de la Revolución y el
lanzamiento de un programa de industrialización urbana.
Según el discurso oficial, la Revolución estaba pasando de
su fase agro-indígena a su fase industrial. Todos los ideales
originales de la Revolución —el ejido comunal como nuevo
eje del México rural. Cualquier evaluación crítica de los dos mitos políticos
vinculados debe reconocer el papel positivo que han
desempeñado en la vida pública mexicana, distinguiendo
la experiencia de México dentro de Latinoamérica. La concepción de México como nación mestiza es producto de los años porfiristas. Antes de la reforma la nacionalidad
se concebía en términos criollos,



Entre las décadas
1840-1880 hubo una gran indiferencia partidaria de la
“cuestión social” y una hostilidad hacia la inquietud agraria,
aunque las guerras de la reforma obligaron a la ideología
establecida a reconocer el papel de la movilización
popular en la defensa del programa liberal y de la nación misma.
Es más, la evolución social de México como mestizaje fue un tema central de México a través
de los siglos, de las historias de Sierra y de Los grandes problemas
nacionalesde Andrés Molina Enríquez.A pesar de que los mitos políticos mexicanos han desempeñado un papel positivo, al distorsionar los acontecimientos
del siglo XIX también han sido obstáculos a la comprensión
histórica. Ha habido una fuerte tendencia a hurgar en la tradición
liberal, a menudo fundida con la tradición revolucionaria,
en busca de antecedentes o justificaciones de las
políticas actuales.Reyes Heroles sostenía que en el fondo
el liberalismo mexicano repudiaba aquellas doctrinas que
no estuviesen relacionadas con la realidad mexicana. Como
veremos en breve, puso énfasis en el “liberalismo social”, un
conjunto de ideas que, aunque subordinadas durante el siglo
XIX, fueron finalmente tomadas en cuenta en la Constitución
de 1917 y otros programas revolucionarios.De hecho, en lo que llamó
“la crisis de México” de 1947, sostuvo que el término
“revolución” había perdido su sentido y que el país estaba
entrando en un “neoporfiriato”, es decir, que estaba volviendo
a asumir las características y muchas de las prioridades
de la época de Díaz.Volviendo a Reyes Heroles, señalamos que enfatizó particularmente la herencia del “liberalismo social” del siglo
XIX para el México revolucionario. De hecho, este concepto,
de amplias posibilidades interpretativas, es quizás la
contribución especial de Reyes Heroles a la más reciente
formulación del mito revolucionario, que se revela en el
discurso de Carlos Salinas de Gortari del 4 de marzo de
1992, en ocasión del 63 aniversario de la fundación del Partido
Revolucionario Institucional (PRI).Resulta obvio que esta parte del legado
liberal de la continua revolución, tan atractiva para los
impulsores de la industrialización de los cincuenta, ya no
lo era tanto en 1992.El concepto de la continuidad del liberalismo, tanto en la
apología de Jesús Reyes Heroles como en la crítica de Cosío
Villegas, tiende a impedir nuestra comprensión del largo intervalo
entre la heroica reforma y la heroica Revolución, época
en que se forjó el mito liberal, y tiende así a ignorar o distorsionar
otras importantes continuidades liberales que
pudieran ser relevantes para una visión más clara de la política
mexicana actual.











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