LOS MITOS POLÍTICOS
DE LA NACIÓN MEXICANA:
EL LIBERALISMO Y LA REVOLUCIÓN
LA VIDA PÚBLICA
MEXICANA ENTRE 1867-1910 y de 1940 a la fecha
ha estado dominada
por dos mitos políticos unificantes: el
del liberalismo y el
de la continua revolución. En la representación
oficial los proyectos
liberal y revolucionario están
íntegramente
vinculados, formando una continuidad en el
proceso político. Es
más, tanto el liberalismo como la Revolución
han sido equiparados
con el emergente destino de
la nación misma.La
primera época de consenso ideológico comenzó conel triunfo de la causa liberal
en 1867. La derrota de Maximiliano,del partido conservador y del ejército
francés en manosde Benito Juárez reivindicó la Constitución de 1857, lasleyes
de reforma y el gobierno republicano. Con el triunfodel liberalismo, en
palabras de Juárez, la nación había ganado su segunda independencia. El
presidente Juárez marcó la disposición de la política
conciliatoria con las
propuestas que llevaron a la amplia ley
de amnistía de 1870.
La reconciliación de las facciones dentro del partido
liberal resultó más
difícil, y no comenzó hasta la victoria de
Porfirio Díaz en
1876, quien primero indultó y luego acogió
abiertamente a los
partidarios de sus tres principales
oponentes, Benito
Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y José
María Iglesias. Este
proceso alcanzó su clímax el 28 de julio
de 1887. La reconciliación política se llevó a cabo en
un ambiente
intelectual nuevo y
amable, influido por la filosofía positivista.
Aunque a partir de
1867 todos aquellos con ambiciones
intelectuales debían
necesariamente ser “liberales”, el
liberalismo como
conjunto de ideas políticas se transformó
al interactuar con el
positivismo. La segunda época de consenso ideológico se dio en los
cuarenta, con la
“institucionalización” de la Revolución y el
lanzamiento de un
programa de industrialización urbana.
Según el discurso
oficial, la Revolución estaba pasando de
su fase agro-indígena
a su fase industrial. Todos los ideales
originales de la
Revolución —el ejido comunal como nuevo
eje del México rural.
Cualquier evaluación crítica de los dos mitos políticos
vinculados debe
reconocer el papel positivo que han
desempeñado en la
vida pública mexicana, distinguiendo
la experiencia de
México dentro de Latinoamérica. La concepción de México como nación mestiza es
producto de los años porfiristas. Antes de la reforma la nacionalidad
se concebía en
términos criollos,
Entre las décadas
1840-1880 hubo una
gran indiferencia partidaria de la
“cuestión social” y
una hostilidad hacia la inquietud agraria,
aunque las guerras de
la reforma obligaron a la ideología
establecida a
reconocer el papel de la movilización
popular en la defensa del
programa liberal y de la nación misma.
Es más, la evolución
social de México como mestizaje fue un tema central de México a través
de los siglos, de las historias de
Sierra y de Los grandes problemas
nacionalesde Andrés Molina
Enríquez.A pesar de que los mitos políticos mexicanos han desempeñado un papel
positivo, al distorsionar los acontecimientos
del siglo XIX también
han sido obstáculos a la comprensión
histórica. Ha habido
una fuerte tendencia a hurgar en la tradición
liberal, a menudo
fundida con la tradición revolucionaria,
en busca de
antecedentes o justificaciones de las
políticas
actuales.Reyes Heroles sostenía que en el fondo
el liberalismo
mexicano repudiaba aquellas doctrinas que
no estuviesen
relacionadas con la realidad mexicana. Como
veremos en breve,
puso énfasis en el “liberalismo social”, un
conjunto de ideas
que, aunque subordinadas durante el siglo
XIX, fueron
finalmente tomadas en cuenta en la Constitución
de 1917 y otros
programas revolucionarios.De hecho, en lo que llamó
“la crisis de México”
de 1947, sostuvo que el término
“revolución” había
perdido su sentido y que el país estaba
entrando en un
“neoporfiriato”, es decir, que estaba volviendo
a asumir las
características y muchas de las prioridades
de la época de Díaz.Volviendo
a Reyes Heroles, señalamos que enfatizó particularmente la herencia del
“liberalismo social” del siglo
XIX para el México
revolucionario. De hecho, este concepto,
de amplias
posibilidades interpretativas, es quizás la
contribución especial
de Reyes Heroles a la más reciente
formulación del mito
revolucionario, que se revela en el
discurso de Carlos
Salinas de Gortari del 4 de marzo de
1992, en ocasión del
63 aniversario de la fundación del Partido
Revolucionario
Institucional (PRI).Resulta obvio que esta parte del legado
liberal de la continua
revolución, tan atractiva para los
impulsores de la
industrialización de los cincuenta, ya no
lo era tanto en
1992.El concepto de la continuidad del liberalismo, tanto en la
apología de Jesús
Reyes Heroles como en la crítica de Cosío
Villegas, tiende a
impedir nuestra comprensión del largo intervalo
entre la heroica
reforma y la heroica Revolución, época
en que se forjó el
mito liberal, y tiende así a ignorar o distorsionar
otras importantes
continuidades liberales que
pudieran ser
relevantes para una visión más clara de la política
mexicana actual.
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