martes, 11 de septiembre de 2012

SEGUNDO REPORTE DE LECTURA


Que interesante-  dijo la vieja, sin quitar los ojos de la mano del muchacho. Y se volvió a quedar  callad. El chico se estaba poniendo nervioso. Sin poderlo impedir, sus manos empezaron a temblar y la vieja se dio cuenta.

-Viniste a saber de sueños- respondió la vieja-. Y los sueños son el lenguaje de Dios. Cuando Él habla el lenguaje del mundo, yo puedo interpretarlo. Pero si habla el lenguaje de tu alma solo tu podrás entenderlo. Yo te voy a cobrar la consulta de cualquier manera.

-Tuve el mismo sueño dos veces seguidas-dijo- soñé que estaba en un prado con mis ovejas cuando aparecía un niño y empezaba a jugar con ellas.

-vuelve  a tu sueño- dijo la vieja- . tengo una olla en el fuego. Además, tienes poco dinero y no puedes tomar todo mi tiempo.

El chico espero un poco para ver si la vieja sabia lo que eran las pirámides de Egipto- pronuncio las tres ultimas palabras lentamente, para que la vieja pudiera entender bien- el niño me decía: si bienes hasta aquí encontraras un tesoro escondido”.

La vieja continúo en silencio durante algún tiempo. Después volvió a coger las manos del muchacho y a estudiarlas atentamente.

-No voy a cobrarte nada ahora- dijo la vieja-, pero quiero una decima parte del tesoro si lo encuentras.

-Antes, jura. Júrame que me vas a dar la decima parte de tu tesoro a cambio de lo que voy a decirte.

 El chico juró. La vieja le pidió que repitiera el juramento mirando a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

El muchacho  quedo sorprendido  y después de irritado. No necesitaba haber buscado a la vieja para esto. Finalmente recordó que no iba a pagar nada.

Ya que no soy una sabia, tengo que conocer otras artes, como la lectura de manos.

¿y cómo voy a llegar a Egipto?

Yo solo interpreto los sueños. No se transformarlos en realidad.

 Y la vieja no dijo nada más. Le pidió al muchacho que se fuera, porque ya había perdido mucho tiempo con él.

El muchacho salió decepcionado y decidido a nunca más creer en sueños. Sea acordó de que tenia varias cosa que hacer fue al colmado a comprar algo de comida, cambio su libro por otro más grueso y se sentó en un banco de la plaza para saborear el nuevo vino que había comprado.

Y si no somos como ellas esperan que seamos, se molestan. Porque todas las personas saben  exactamente como debemos vivir nuestra vida.

Y nunca tiene idea de como deben vivir sus propias vidas. Como la mujer de los sueños, que no sabia transformarlos en realidad.

Resolvió esperar a que el sol estuviera un poco mas bajo antes de seguir con sus ovejas en dirección del campo. En tres días más estaría con la hija del comerciante.

Cuando consiguió concentrarse un poco más en la lectura – y era buena, porque hablaba de un entierro en la nieve, lo que transmitía una sensación de frio debajo de aquel intenso sol- un viejo se sentó a su lado y empezó a buscar conversación.

¿Que sol esta haciendo? – pregunto el viejo, señalando a las personas de la plaza.

-Trabajando- respondió el muchacho secamente, y volvió a fingir que estaba concentrado en la lectura.

El viejo sin embargo insistió. Explicó que estaba cansado, con sed, y le pidió un trago de vino. El muchacho le ofreció su botella; quizá así se callaría.

Pero el viejo quería conversar de cualquier manera. Le pregunto que libro estaba leyendo. Entonces ofreció el libro al viejo por dos razones: la primera  que no sabia pronunciar el titulo, y la segunda que si el viejo no supiera leer, sería el quien se cambiaria de banco para no sentirse humillado.

Humm…- dijo el viejo inspeccionando el volumen por todos lados, como si fuese un objeto extraño. Es un libro importante pero es muy aburrido.

El muchacho quedo sorprendido. El viejo también leía, y además ya había leído aquel libro.

-es un libro que habla de lo que casi todos los libros hablan –continuo el viejo-, de la incapacidad que las personas tienen para escoger su propio destino. Y termina haciendo  que todo el mundo crea la mayor mentira del mundo.

¿Cuál es la mayor mentira del mundo?, indagó, sorprendido, el muchacho.

-Es esta: en determinado momento de nuestra existencia perdemos el control de nuestras vidas y ellas pasan a se gobernadas por el destino. Esa es la mayor mentira del mundo.

-Conmigo no sucedió esto- dijo el muchacho-. Querían que yo fuese cura, pero yo decidí ser pastor.

-Así es mejor- dijo el viejo- porque te gusta viajar.
“Ha adivinado mi pensamiento”, reflexiono el chico. El viejo mientras tanto, hojeaba el grueso libro sin la menor intensión de devolverlo. El muchacho noto que vestía una ropa extraña; parecía

No hay comentarios:

Publicar un comentario